Guadalajara 2014/I



El país invitado en Guadalajara 2014 es Canadá o, más específicamente Quebec. Por lo mismo, la cinta con la que se inauguró ayer el festival fue Gabrielle, sin Miedo a Vivir (Gabrielle, Canadá, 2013), filme francófono que fue enviado por Canadá a competir por el Oscar 2014 por Mejor Película en Idioma Extranjero. Aunque el filme no fue nominado, es más que comprensible la elección de la Academia Canadiense de Cine. Gabrielle… es una decente feel-good movie sobre un tema amigable, con una realización funcional y un excelente reparto. Vamos, se trata de una elección convencional pero segura como película inaugural. De hecho, Gabrielle… fue elegida también como Mejor Película en los Genie 2014 –el Oscar canadiense, pues- y su actriz protagónica, Gabrielle Marion-Rivard, ganó el Genie a Mejor Actriz.
La Gabrielle del título es una muchacha locuaz y alegre de 22 años de edad que nació con Síndrome de Williams –una discapacidad permanente de origen genético, que se manifiesta en una serie de complicaciones físicas y mentales- y que vive en una casa junto con varias personas que tienen otro tipo de discapacidades, bajo la supervisión de cuidadores profesionales. Ahí, la siempre jovial Gabrielle –la alegría es una característica del síndrome de Williams- conoce a Martin (Alexandre Landry, uno de los pocos actores profesionales que aparecen en el filme), un muchacho de 25 años que tiene un leve retraso mental. Gabrielle y Martin son parte de un coro que cantará en una fecha próxima acompañando a Robert Charlebois, un famoso intérprete québécois.
La historia es muy sencilla y los conflictos muy directos: Gabrielle y Martin se enamoran, quieren ser independientes, la sobreprotectora madre de él no quiere saber nada al respecto y la hermana mayor de Gabrielle –que es muy cercana a ella- va a irse a vivir fuera de Canadá. La directora y guionista Louise Archambault logra lidiar con todos estos clichés melodramáticos de una manera tan limpia como astuta.
Es decir, no hay chantajes sentimentales de ninguna especie, el manejo de los actores –la mayoría, jóvenes y adultos con auténticas discapacidades, incluyendo a la propia Gabrielle Marion-Rivard- es más que ejemplar, y el desenlace resuelve algunos de los problemas planteados y deja otros más sobre la mesa. Como suele suceder en la vida misma.
Otra cinta que tiene como protagonista a una mujer con algún tipo de discapacidad es La Herida (España, 2013), opera prima del editor vuelto cineasta Fernando Franco, Mejor Director Novel en el Goya 2014. La película está en Guadalajara en la sección competitiva iberoamericana. 
Ana (Marián Álvarez, Mejor Actriz en el Goya 2014 y en Mar de Plata 2014) es una mujer de unos treinta años de edad que vive todavía con su madre (Rosana Pastor). Trabaja como enfermera, trasladando al hospital a ciertos pacientes que necesitan algún tipo de terapia. Se supone que tiene un novio, con el que no logra comunicarse por teléfono, chatea continuamente con algún tipo que tiene deseos suicidas, come muy poco o casi nada, sufre de insomnio y, cuando nadie la ve, se quema la piel con un cigarrillo o se corta los muslos con una navaja. También, sin razón alguna, roba en tiendas. Nomás porque sí.
El guion del propio Franco y Enric Rufas nunca aclara qué tiene Ana y el porqué de su comportamiento. Seguramente es un tipo de ansiedad, algún trastorno psiquiátrico nunca atendido, pero la definición clínica es lo de menos. La cámara de Santiago Racaj, privilegiando las tomas sostenidas, sigue de cerca a Ana: no se despega de su espalda, de su nuca, de su cuerpo, un poco al estilo de los Dardennes y su ya bien conocida body-camera. La cámara no tanto como un medio de observación y estudio, sino casi de contacto físico.
Hacia el final, ya no estamos seguro del sentido del título del filme: ¿la herida es la que se auto-inflige Ana? ¿Es la herida como identificación vital de la protagonista? ¿O es simple, cruel, adjetivo? ¿Es ella la mujer herida que, en soledad absoluta, está imposibilitada para curarse? 

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