Yo



Presentada en competencia en Morelia 2015 -en donde ganó el premio a Mejor Película-, se ha estrenado en la capital del país Yo (México-Suiza-Canadá-República Dominicana-Holanda, 2015), cuarto largometraje de Matías Meyer (Wadley/2008, El calambre/2009, Los últimos cristeros/2011), basado en un cuento del premionobel 2008 Jean Marie Gustave Le Clézio.
El Yo del título (Raúl Silva) es un hombrón de unos treinta años de edad que tiene la mente de un niño de 10 años. Vive al lado de su madre (Elizabeth Mendoza), que es dueña de un restaurante que está al lado de la carretera. El tipo sirve las mesas, alimenta a los pollos y cuando su mamá necesita hacer algún caldo, se escabecha a alguno de los plumíferos. Inocente voz en off de por medio, Yo nos cuenta que en algún momento ha tenido episodios violentos y ha golpeado a su madre, aunque esto nunca lo vemos. De lo que sí somos testigos es de las burlas del amante de la mamá, quien no desaprovecha la oportunidad de reírse a sus costillas.
Yo tiene la idea de que a través de los sueños puede predecir el futuro -soñó que el río se desbordaba, lo que sucedió días después cuando se rompió una presa cercana a donde vive- aunque su madre no lo toma muy en serio. La monótona vida del hombrón cambia cuando su mamá contrata a una mujer para que la ayude y ella trae siempre a su hijita de 11 años llamada Elena (Isis Vanesa Cortés). 
La imagen de la enorme figura de Yo al lado de una sonriente niñita, sentados los dos al borde de un río, nos remite, qué remedio, a cierta escena clásica de Frankenstein (Whale, 1931), de tal manera que uno se queda esperando que Yo tire a Elena al agua o que haga algo por el estilo. No se preocupe: Yo no ahoga a la chamaca (¡spoiler!, ¡spolier!) pero la violencia, tremendismo obliga, aparecerá inevitablemente. 
No he leído el cuento de Le Clézio y no sé si estamos ante una adaptación fiel del sentido del relato. De cualquier manera, esto es lo de menos: Yo es otro filme fatalista más en el que el diferente, el distinto, el inocente, terminará siendo un agente de la destrucción o del mal, queriéndolo o no. Una visión que, éticamente hablando, me parece inaceptable. Por si fuera poco, dramáticamente, la película es planísima, monótona.
Pero, ¿qué sé yo de Yo? El jurado de Morelia 2015, presidido por el cineasta francés Laurent Cantet , decidió que esta cinta de Meyer fue lo mejor de ese festival, por encima de La casa más grande del mundo (Carreras y Bojórquez, 2015), Te prometo anarquía (Hernández Cordón, 2015) y Un monstruo de mil cabezas (Plá, 2015). Pero ya lo dijeron los hermanos Coen, presidentes del jurado en Cannes 2015, cuando la prensa les reprochó sus polémicas decisiones: "este fue un jurado de artistas, no de críticos". Pues sí, será el sereno. Pero qué decisiones, caray... 

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